Resulta emocionante ver cómo le brillan los ojos a una persona cuándo ve lince por primera vez. La belleza y lo raro, por escaso, de este animal provoca reacciones que no he visto al mostrar a mis clientes las especies de aves más emblemáticas y amenazadas de nuestro país en mis casi quince años como profesional del turismo de naturaleza. La atmósfera y expectación que se viven en los grupos que desean ver al felino más amenazado del planeta en estado salvaje, contagian a cualquiera, por muy frío que sea. La tensión resulta entonces inevitable por mucho que uno sea consciente de que nadie puede asegurar un encuentro con linces ibéricos, y por mucho que uno sepa que no hace falta decirlo a quienes viajan contigo.
Entonces aparece... ajeno a las miradas, las cámaras y telescopios. Tranquilo, confiado, ignorando esa expectación y la emoción que provocan su descubrimiento. En esos momentos te liberas y tardas unos segundos en reaccionar y disfrutar con la experiencia. Miras a tu alrededor y ves la felicidad en estado puro en sus caras.
Algo así sucedió el pasado sábado en torno a las 18:00 h. en el paraje de Las Lanchas. Después de una espera de casi dos horas antes de comer, donde pudimos observar águila imperial y buitre negro, además de currucas cabecinegra y rabilarga, y algún que otro ciervo... algunos vieron incluso un zorro, y otra de casi una hora, antes de anochecer, el gato decidió aparecer. Sigiloso y rodeado de sombras, apareció un gran macho que portaba un radioemisor en el cuello. Algunos, se atrevían a hacer conjeturas y apostaban por un nombre: Kaiser. Bajó por el cortafuegos, a unos 400 metros de nuestra posición, marcó su territorio, y por un momento osó tumbarse ante las miradas de docenas de felices observadores. Finalmente, igual que apareció, se fundió en el monte para desaparecer ya con la caída del sol.
La celebración se produjo en la cena, y para rematar el día, minutos de magia con Pedro, uno de los participantes de la excursión. Hay que decir que nos vaciló bastante con las cartas, pero contribuyó al buen rollo y el gran ambiente de grupo.
El día siguiente lo dedicamos a explorar la zona del embalse de Encinarejo, mirador de Mingorramos, Lugar Nuevo y bajada hacia Los Escoriales, donde pudimos disfrutar con un damero de águila imperial y hasta tres águilas reales juntas. Todo ello aderezado con muflones, gamos, ciervos, bastante picogordo y un solitario piquituerto junto a Los Pinos. No vimos lince ese segundo día... no tentemos a la suerte. Dejaremos un poco para futuras visitas. La próxima los días 14 y 15 de febrero. Cruzaremos los dedos.
Buitre negro / Eurasian Black Vulture
Observando un águila real posada en una encina / Watching a Golden Eagle sitting on a Holm Oak
Águila real adulta / An adult Golden Eagle
Y un águila imperial también adulta / And an adult Spanish Imperial Eagle
"Nuestro" lince con radioemisor / "Our" Iberian Lynx with a radio transmitter on the neck
En la zona de Encinarejo / In the known as Encinarejo area
Este tipo de relato me suena de algo... :-)
ResponderEliminarExcelente jornada lincera, a ver si sigue la racha.
Un abruzo
Todo se contagia... ;-)
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