El de este año era ya nuestro quinto viaje organizado a la península de Varanger y valle del Pasvik. Lo mejor de todo es que cada vez que vamos resulta diferente. En esta ocasión decidimos adelantar unos días las fechas habituales para tratar de ver a los combatienes en los leks. En realidad los pillamos ya casi al final del cortejo... ¡Pero los vimos! Era la primera vez con grupos que visitábamos los leks y no estaban vacíos. Al menos el de Vardo. También detectamos varios machos en zonas de alimentación y dispersión, pero aún mostraban su increible plumaje. Parece mentira que una criatura pueda cambiar tantísimo en tan poco tiempo, y que tenga tantísima variedad de plumajes. En realidad no hay dos machos iguales... que ya lo dice todo. El cambio de fechas suponía que teníamos que asumir el riesgo de no ver otras especies tardías como el mosquitero boreal, aunque en esta ocasión tuvimos suerte y lo vimos muy bien tras una auténtica carambola.
La llegada a Kaamanen (Finlandia), donde pasaríamos la primera noche, transcurrió sin novedad. Con apenas tiempo para dejar las cosas en las habitaciones y dirigirnos a cenar. Al finalizar explicamos al grupo la dinámica del viaje y qué íbamos a realizar los días siguientes delante de un mapa de la región, cruzando los dedos para que nos respetase el tiempo. Nuestro primer día completo en Laponia comenzó de manera inmejorable pues ya antes del desayuno pudimos disfrutar de nuestros primeros ampelis justo al otro lado del río detrás de las cabañas. También vimos una pareja de serreta chica, porrón osculado, mosquitero musical, zorzal alirrojo, pardillo sizerín, colirrojo real y pinzón real. Una fugaz visita a unos comederos cercanos nos proporcionó también la oportunidad de registrar camachuelo picogrueso, lúgano, papamoscas cerrojillo, carbonero sibilino y en un par de ocasiones un carbonero lapón. Una pena que tuviéramos que sufrir un buen chubasco, al igual que sucediera el año anterior.
Lúgano / Siskin
Macho de camachuelo picogrueso / Pine Grosbeak male
Tras el desayuno pusimos rumbo hacia la frontera noruega por Näätamö observando nuevante, y muy cerca esta vez una pareja de ampelis. En el trayecto el segundo vehículo descubrió una lechuza gavilana (ahora llamada cárabo gavilán) lo que obligó a realizar la correspondiente parada. Desgraciadamente no todo el mundo llegó a verla en condiciones. La señal parecía presagiar un buen año de gavilanas... o eso queríamos creer. Una posterior y breve parada en Neiden confirmaba las sospechas, podríamos haber llegado demasiado pronto para ver al mosquitero boreal. Un ornitólogo local también nos comentó allí que aún no se habían escuchado este año.
El viaje hacia el valle del Pasvik nos llevaría el resto del día ya que íbamos realizando paradas. La más productiva, como suele ser habitual, fue en Munkefjord. Con la marea aún baja pudimos ver varios colimbos árticos, una de mis especies preferidas, cientos de eideres comunes, un par de págalos parásitos, pigargo, las primeras haveldas del viaje, serretas grande y mediana, y porrón osculado... además de dos barnaclas cariblancas. Todas y cada una de estas especies en un perfecto y precioso plumaje, algo que no es posible ya desde mediados de julio e incluso antes algunos años.
Por fin llegamos a Svanvik, donde pasaríamos las dos noches siguientes. Aún teníamos tiempo antes de la cena para dar una vuelta y acercarnos al observatorio de Skroytness, desde donde se ve también parte de la ciudad rusa de Nikel. Un poco antes de llegar localizamos una pareja de tarabilla norteña junto a la carretera. Al llegar al observatorio comprobamos que la cosa estaba algo parada y apenas vimos alguna serreta mediana, escribano palustre, andarríos bastardo y águila pescadora. A lo lejos un grupo de charranes árticos pescaba en la parte más ancha del río.
Macho de tarabilla norteña / Whinchat male
Antes de irnos a la cama (hay que recordar que en esta época del año gozamos de 24 horas de luz) tuvimos aún tiempo de dar una vuelta por los alrededores de nuestro alojamiento viendo a nuestro primer combatiente macho. En el mismo campo había varios chorlitos dorados y zorzales reales.
Macho de combatiente / Male Ruff
Chorlito dorado / Golden Plover
Zorzal real / Fieldfare
El día siguiente lo pasaríamos en los inmensos bosques de taiga de Pasvik, llegando a Nyrud como punto más al sur. Algunos objetivos para ese día eran el carbonero lapón, la lechuza gavilana, el ampelis (uno de los peores años para la especie según nuestra experiencia), el arrendajo funesto, el escribano pigmeo y quizás tetraónidas. Al poco de salir del hotel, en un pequeño lago junto al río vimos tres preciosos cisnes cantores, y en un pequeño reculaje del río sorprendimos un grupo de serretas chicas con varios machos. También una de las aves más bonitas que habitan estos parajes. Los mosquiteros musicales y los pinzones reales ponían la banda sonora, amenizada de vez en cuando por el inconfundible canto del zorzal alirrojo.
Cisnes cantores / Whooper Swans
Antes de comer conseguimos detectar a los primeros escribanos pigmeos que no paraban de cantar en uno de nuestros sitios preferidos para esta especie poco común. Tras un breve paseo vimos a otro de los objetivos del día, un grupo familiar de arrendajos funestos que se mostraron especialmente confiados, seguramente intrigados por el sonido de las cámaras. Otra de las imágenes más llamativas para los pajareros del sur de Europa es ver a las limícolas posadas en lo alto de los árboles o en los tendidos. Así vimos a algún archibebe común, zarapito trinador y varios andarríos bastardos, una de las limícolas más comunes de la Taiga.
Escribano pigmeo / Little Bunting
Escribano pigmeo / Little Bunting
Arrendajo funesto / Siberian Jay
Arrendajo funesto / Siberian Jay
Pinzón real / Brambling
Andarríos bastardo / Wood Sandpiper
La tarde nos depararía dos gratas sorpresas. La primera la localización del primero de los alces que vimos en el viaje, un animal joven que lejos de espantarse llegó a acercarse lentamente a nuestro vehículo. Semioculto entre los árboles pudimos deleitarnos durante unos segundos de su imponente estampa. El segundo gran momento lo protagonizó una familia de lechuzas gavilanas, precisamente cuando ya dábamos por hecho que no daríamos con ellas (uno de nuestros contactos nos había confirmado la presencia de una pareja no lejos de allí, pero no conseguimos verlas por la mañana a pesar de dedicar un buen rato buscándolas). Se trataba de la pareja de adultos y de tres jóvenes ya bien emplumados. Los que más cerca vimos fueron precisamente los adultos. Sin duda uno de los momentos más emotivos del viaje.
Alce / Moose
Lechuza gavilana / Northern Hawk Owl
Lechuza gavilana / Northern Hawk Owl
Lechuza gavilana / Northern Hawk Owl
De nuevo un largo camino hasta nuestro siguiente destino, éste ya sí, en la propia península de Varanger. Nuestra primera parada del día no quedaba lejos de Svanvik. Una zona de querencia para mosquiteros boreales que en esta ocasión tampoco detectamos, aunque sí vimos pico menor y carbonero sibilino como aves más interesantes. Tras un nuevo intento en Neiden para tratar de localizar al mosquitero boreal, y que en esta ocasión al menos oímos perfectamente, pusimos rumbo hacia Varanger. Al poco tiempo de dejar Tana Bru (o el puente de Tana) y comenzar el ascenso hacia los prados boreales localizamos una nueva lechuza gavilana, muy cerca de donde vimos el año pasado tres pollos ya crecidos. En esta ocasión la observación fue algo más distante pero suficiente a través de los telescopios. Nuevas paradas ese día nos proporcionaron añadir a la lista ostrero, dos nuevos págalos parásitos y pechiazul.
De camino a Varanger / In the way to Varanger
Pechiazul / Bluethroat
No vamos a desvelar el nombre del lugar donde realizamos nuestra primera parada en las zonas altas de tundra, tan sólo mencionaremos algunas de las especies que aquí y en sucesivas paradas de camino a Kongsfjord logramos observar. Pato havelda, colimbo chico, chorlitejo grande, chorlito dorado, chorlito carambolo, págalo rabero, correlimos de Temminck, falaropo picofino, pechiazul, agachadiza común (en vuelo de cortejo), busardo calzado, escribano lapón... una fantástica primera toma de contacto con la tundra.
Agachadiza en vuelo de cortejo / A Common Snipe in courtship display
Busardo calzado / Rough-legged Buzzard
Escribano lapón / Lapland Bunting
Pato havelda / Long-tailed Duck
Ya en nuestro alojamiento en Kongsfjord nos dispusimos para degustar una suculenta cena realizada por Ase y Margaritha mientras veíamos por la ventana el ir y venir de los charranes comunes y de los araos aliblancos. Eideres, serretas grandes, cormoranes grandes, ostreros, ánsares comunes... también son habitantes habituales de estas ricas costas. Dudo que haya muchos lugares en el mundo con la belleza y paz de este rincón de Noruega.
Para nuestro quinto día de viaje nos internaríamos en diversos puntos de la tundra en los alrededores de Batsfjord. En condiciones normales, sin paradas, el trayecto entre nuestro alojamiento y esta localidad suele realizarse en menos de una hora, a nosotros nos llevó toda la mañana. Cada vez que tratábamos de avanzar siempre había algo que nos llamaba la atención obligándonos a echarnos los prismáticos nuevamente a los ojos... ¡Nada... otro págalo rabero!... o ¡Sigue, sigue... otro chorlito dorado!. Eran frases que se repitieron además buena parte del viaje.
Colimbo chico en su nido / Red-throated Diver in its nest
Por fin llegamos a uno de nuestros puntos favoritos para explorar la tundra, no en vano aquí hemos ido localizando especies poco frecuentes en la región como el correlimos oscuro o el chorlito carambolo. También suele ser un fantástico lugar para lagópodos alpinos y escribanos nivales. En realidad no tardamos mucho tiempo en localizar a estos últimos. Para el chorlido carambolo necesitamos algo más de paciencia, aunque finalmente logramos ver varios ejemplares, y en particular dos parejas junto a la carretera que pudimos observar a placer. Fue sin duda alguna, uno de los momentazos del viaje.
Macho de lagópodo alpino / Male Ptarmigan
Hembra de lagópodo alpino / Female Ptarmigan
Escribano nival / Snow Bunting
Chorlitos carambolos / Dotterels
Antes de llegar a Batsfjord vimos en un lago a un pequeño grupo de ánsares campestres, una especie que tan sólo habíamos observado en una ocasión en nuestros viajes anteriores. Ya en el puerto, entre una marabunta de gaviotas argénteas, canas y gaviones atlánticos detectamos una preciosa gaviota hiperbórea. Minutos antes mientras comíamos nuestros picnics habíamos estado observando varios machos de porrón osculado, un nutrido bando de serretas grandes y gaviotas de varias especies quitándose la sal de sus plumas.
Ánsares campestres / Bean Geese
Juvenil gaviota hiperbórea / Juvenile Glaucous Gull
Juvenil gaviota hiperbórea / Juvenile Glaucous Gull
El regreso a Kongsfjord fue muy similar con multitud de paradas a lo largo de la carretera mientras se iban sucediendo registros interesantes, como nuestra primera alondra cornuda lapona, en esta ocasión con ceba en el pico lo que hacía pensar que el nido no estaba muy lejos. También se acercó a nosotros un correlimos de Temminck que desgracidamente no tardó en levantar el vuelo y marcharse. Más adelante un precioso macho de combatiente descansando en una pequeña isla de un riachuelo. Al pararnos para observarlo descubrimos además a un simpático falaropo picofino en una pequeña charca junto a la cuneta.
Alondra cornuda / Shore Lark
Correlimos de Temminck / Temminck's Stint
Cisne cantor / Whooper Swan
Macho de combatiente / Male Ruff
Falaropo picofino / Red-necked Phalarope
Teníamos que dejar Konsfjord y sus evocadores paisajes detrás y continuar ruta, esta vez nos dirigíamos a nuestra base en Vardo, para lo cual teníamos que regresar por el valle del Tana y luego tomar la carretera del norte del fiordo de Varanger. Antes de iniciar la bajada a los verdes campos y bosques de abedul de Tana hicimos una nueva parada en la tundra. Dos nuevas especies para la lista, porrón bastardo y pardillo de Hornemann.
Imagen de las praderas boreales de Varanger / Scenery from the boreal meadows in Varanger
Pardillo de Hornemann / Arctic Redpoll
Con la intención de no parar demasiado, algo que a estas alturas todo el mundo sabía que era tarea más que compleja, nos dispusimos a bajar hacia Tana. En realidad no tardamos mucho en parar de nuevo, primero un esmerejón posado en el guardarrail de la carretera...y luego un alce con una cría. Al llegar el segundo vehículo al lugar donde se habían escondido los alces, tan sólo vistos por el primero, de repente comenzamos a oir un canto familiar. ¡Se trataba de un mosquitero boreal! Una nueva localización para los guías, ya que jamás habíamos oído hablar de ese sitio para ver la especie. Tras unos segundos de búsqueda pronto dejo verse el responsable de tan carismático sonido. Allí lo teníamos. Una de las especies más difíciles de observar en el ártico, cantando a pleno pulmon y para deleite del personal.
Mosquitero boreal / Arctic Warbler
La tarde la pasamos en parte fotografiando charranes árticos y en la colonia de gaviota tridáctila de Ekkeroy. Un auténtico espectáculo para los sentidos. Impresiona ver un acantilado enorme cubierto por puntos blancos y miles de tridáctilas yendo y viendo del mar a los nidos.
Colonia de gaviotas tridáctilas en Ekkeroy / Ekkeroy's Kittiwakes nesting colony
Finalmente llegamos a Vardo casi a la hora de la cena y con poco tiempo para duchas y demás. En realidad bien había merecido la pena estirar tanto el día. Tras saborear nuestro menú... y sobre todo su postre, explicamos a los participantes del viaje que teníamos que estar muy seguros de la climatología para realizar la excursión en barco a la isla de Hornoya. Sin duda, uno de los mayores atractivos del viaje. Después de innumerables consultas a diferentes páginas web locales sobre el tiempo finalmente decidimos decantarnos por hacer la salida al día siguiente, a pesar de que había amenaza de lluvia.
Aunque el día "amaneció" muy cubierto y lluvioso, poco a poco fue mejorando y al menos la lluvia remitió. Finalmente pudimos estar toda la mañana en la isla sin apenas lluvia y aprovechamos al máximo nuestra visita a la colonia de aves marinas. Y acertamos... al día siguiente casi no paró de diluviar hasta ya entrada la tarde.
Para cualquier aficionado a la aves pocas experiencias hay equiparables a la de visitar por vez primera una colonia de aves marinas, sobre todo si en ella hay frailecillos. La mezcla del sonido de miles aves reclamando al mismo tiempo, el caos en el aire de tantísimos puntitos alados, y el olor a guano hacen complicado describir en palabras tantas sensaciones agradables. Este año lo primero que notamos fue un notable descenso en el número de frailecillos, parece ser que un escape reciente de visones americanos de una granja cercana a la isla de Vardo, ha puesto en serio peligro la población de álcidos de Hornoya, y sobre todo de frailecillos. En estos momentos ya se había controlado la situación atrapando varios de estos voraces mamíferos con trampas, sin embargo, se calcula que la población de frailecillos había descendido un 30% con respecto a otros años. Esperemos que pueda recuperarse muy pronto los números habituales.
La visita de Hornoya fue según lo planeado y pudimos ver todas sus especies más representativas, a excepción del pardillo piquigualdo, que esta vez nos dió esquinazo. Araos comunes (incluyendo la forma embridada), alcas, araos aliblancos y de Brünnich, por supuesto los simpáticos frailecillos, cormoranes moñudos, gaviotas tridáctilas y argénteas, gaviones atlánticos, eideres comunes... y en esta ocasión un pequeño grupo de eideres reales. Comprobaríamos que este año había sido muy bueno para ver la especie. De hecho localizamos esa misma tarde a un numeroso grupo de unos 25 individuos entre machos y hembras, entre los que había un único eider chico o de Steller.
En Hornoya vivimos otra anécdota más. Desde los acantilados mirando al agua, y momentos después de pasar delante de nosotros un pequeño grupo de alcatraces, localizamos un arao común completamente albino. Tuvimos oportunidad de comentarlo con una de las investigadoras que estaba censando aves en la isla y nos confirmó el hecho... un único ejemplar entre miles... claro que había que ver lo llamativo que resultaba entre sus congéneres.
Frailecillos atlánticos / Atlantic Puffins
Alca común / Razorbill
Arao albino / An albino Guillemot
Frailecillo atlántico / Atlantic Puffin
Alcatraces atlánticos / Northern Gannets
Algunos de los eideres reales vistos desde Hornoya / Some of the distant King Eiders seen from Hornoya
Gavión atlántico / Greater Black-backed Gull
Bisbita gorgirrojo / Red-throated Pipit
Gaviota tridáctila / Kittiwake
Arao de Brünnich / Brünnich's Guillemot
Arao común (forma embridada) / "Briddled" Common Guillemot
Cormoranes moñudos / Shags
Gaviotas tridáctilas / Kittiwakes
Gaviota tridáctila / Kittiwake
Eider chico o de Steller (ver flecha) con varios eideres reales / Steller's Eider (where arrow) travelling with several King Eiders
Págalo raboero / Long-tailed Skua
Como ya se ha comentado, nuestro último día en Vardo fue el peor climatológicamente hablando. No paró de llover en toda la mañana y apenas pudimos salir de los vehículos. Aún así pudimos ver como una pareja de págalos parásitos acosaba a una grulla solitaria, seguramente su pollo no se encontraba lejos de ella, anque a juzgar por su comportamiento diría que hasta se lo estaban pasando en grande.
Tuvimos pues que abortar nuestra idea de llegar a Hannimberg, entre otras cosas porque la bruma tampoco nos dejaba ver el espectacular paisaje de esta parte de la península... aunque se intentó. Lo más sensato era regresar a Vardo y ver la evolución del temporal.
Pareja de págalos parásitos acosando a una grulla / A pair of Arctic Skuas mobbing a Common Crane
Combatiente / Ruff
Cuando parecía que había remitido la lluvia fuimos a la tundra de Skallelv para tratar de ver lagópodo común o escandinavo. Tan sólo tuvimos la oportunidad de oirlo en un par de ocasiones pero desgracidamente no pudimos localizar ninguno. Sorprendentemente regresaríamos a España sin ver ni uno solo de estas aves que en algunos lugares podríamos catalogarla de común.
El día de nuestro regreso a Ivalo también tuvo sus momentos interesantes. Después del chivatazo recibido de que se estaba viendo una megarareza para Noruega, una buscarla lanceolada, decidimos probar suerte. Si el pájaro no cantaba no tendríamos ninguna posibilidad. Dimos con el lugar exacto, que para nuestra alegría estaba justo en nuestro camino... no hay como la evidencia de otros observadores en mitad de la nada para saber que ése era el sitio. Por lo que nos contaron in situ no parecía tan fácil como habíamos pensado pues el pajarillo no cantaba casi durante el día y lo hacía más durante la "noche" (aunque aún a plena luz del día obviamente). Algunos habían pasado por allí ya tres veces sin resultado alguno. Después de una hora de espera y con la moral de la tropa por los suelos decidimos que era el momento de movernos. Entonces... justo en el instante de ir a por el minibús conseguí oir nítidamente el canto de una buscarla. En un principio pensé que había sido simplemente imaginación... peor no, a los pocos segundos volví a oir el característico canto de una buscarla. ¡No podía ser otra cosa! En un minuto ya teníamos rodeado el pequeño sauce junto a la carretera de donde venía el canto... así que esperamos a que se produjera algún movimiento o que el ave volviera a cantar... algo que no tardó en hacer. Ahora sí, ya todo el mundo se convenció de que el "bicho" estaba allí dentro... pero ni rastro de movimiento. Nos llevó unos 20 minutos hasta que por fin vimos algo ratoneando en la base del arbolillo. Una fugaz visión, alguno llegó a cazarlo por el telescopio o capturar una foto testimonial (ver abajo), pero la mayoría lo atisbó al menos por los prismáticos.
Buscarla lanceolada / Lanceollated Warbler
De regreso a Ívalo y ya en territorio finlandés aún tuvimos oportunidad de ver una nueva lechuza gavilana. La forma en cómo topamos con ella fue surrealista, pero divertidísima, digamos que fue el azar el que intervino al tratar de encontrar un baño apartado mientras buscábamos archibebes oscuros. Una breve parada en los comederos del primer día, esta vez sin lluvia, nos ofreció la posibilidad de ver de nuevo al carbonero lapón y el camachuelo picogrueso, para despedirnos casi del todo del pajareo.
Lechuza gavilana / Northern Hawk Owl
Nuestras últimas horas en Finlandia transcurrieron tranquilas, llegamos a nuestro hotel en Ívalo, y nos preparamos para la cena y para empaquetar todas nuestras cosas antes del viaje de regreso a Madrid la mañana siguiente. La llegada no fue tan plácida en esta ocasión ya que Finnair se había encargado de estraviar varias de nuestras maletas. Afortunadamente un par de días después aparecieron en cada una de las casas de los afectados. Anécdotas al margen, fue sin duda uno de nuestros mejores viajes a Escandinavia. Sin duda alguna volveremos.
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